jueves, 13 de agosto de 2009

M B A

Juan Carlos Palenzuela

En noviembre de 2005 y en editorial Arte se imprimió Colecciones, pintura, escultura, instalaciones, video arte, tapices; arte europeo, latinoamericano, norteamericano y cubismo y tendencias afines, en el patrimonio del Museo de Bellas Artes de Caracas. Se trata de un libro en formato 30 por 30 centímetros, 346 páginas, a color, diseñado por Alejandro Calzadilla y Manuel González, y con ensayos introductorios de Gradys Yunes y María Luz Cárdenas. La empresa Petrobrás es la patro cinante de esta importantísima obra.

Al momento en que el Ministerio de la Cultura se empeña en degradar la institucionalidad y la pluralidad cultural venezolana, es oportunísima la aparición de este libro. La recién eliminación de todos los logotipos de los diversos entes culturales es el signo de la intención totalitaria que anima al Gobierno Bolivariano.

El nuevo logotipo impuesto, ridículo esquema gráfico de una rana y un perro, repudia la modernidad que caracteriza a la sociedad venezolana. Ese logotipo pretende imponer una imagen indígena como la única expresión visual de la cultura venezolana.

En oposición a ese símbolo que concierne a la deprimida cultura venezolana actual, tenemos el fabuloso tesoro del Museo de Bellas Artes de Caracas. Sólo en una sociedad plural, libre, democrática, ha sucedido el hecho maravilloso de formar una colección de las dimensiones y la categoría de ésta del MBA.

Al recorrer la páginas del libro nos sorprendemos para bien, una y otra vez, de la soberbia colección del MBA, en lo fundamental armada en el período histórico que se inició en 1958.

Este libro muestra la trascendencia de una colección (y el ojo de un director: Miguel Arroyo) en piezas memorables: un bronce de Giacometti de 1962, una tela de Saura de 1959, una acuarela de Léger, una pintura de Augusto Herbin de 1957, un óleo de Braque; las columnas, talla y ensamblaje en madera, de Harry Abend, de 1990; la Estructura Solar de Alejandro Otero, de 1990. Algunas de esas obras ingresaron por donación, tales los casos de Las hojas del árbol caído del español Guinovart, las acuarelas y los dibujos de Picasso, las pinturas de María Luisa Pacheco, las de Beatriz González, o las esculturas de Edgar Negret.

Muy pero muy pocas veces se había logrado publicitar la colección de este museo: Miguel Arroyo lo hizo en un libro de 1975 hermosamente diseñado por Nedo. María Elena Huizi coordinó un Catálogo General en 1980. El investigador José María Salvador concretó dos obras de interés, en 1988 y en 1989. Federica Palomero publicó un ensayo a propósito de una exposición de estas obras en Biarritz, en 1999. Y Corina Michelena y José Luis Blondet dieron a conocer MBA, obra reciente, en 1999. Este último dato recuerda que desde hace siete años no ingresan obras al Museo de Bellas Artes. De esa manera se ha decapitado la institución.

No existe en Venezuela una publicación similar a esta joya bibliográfica consagrada al MBA. Este libro se corresponde a la importancia, a la trascendencia, de una colección al servicio del país. Esto hay que subrayarlo en esta época de desprecio y malas intenciones desde el poder político hacia la cultura nacional. Es muy significativo que el ministro de la Cultura no haya asistido al bautizo de la obra. Gesto de desprecio por un patrimonio, una riqueza cultural y la labor del MBA.


(EL UNIVERSAL, Lunes 17 de Abril de 2006)

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